YESSENIA ESCOBAR ESPITIA
Digna heredera de una tradición
irreverente de poetas como Aimé Césaire y
Saint-John Perse, marcada por los fueros de una escritura que lleva el
ritmo de su propia sangre, y por la
agobiante soledad de sus vocablos,
Yessenia Escobar Espitia
(Barranquilla, Colombia) entra al mundo
de las letras profetizando una palabra
nueva, un sílaba embriagada con un acento muy personal, exacerbado, melodioso,
cargado con los matices de sus ancestros que viajan en sus venas como estrellas
luminosas. Desde su enmarañado universo,
nos llegan estos poemas arrancados a sus noches, a la insaciable curiosidad, a su comercio
íntimo con el lenguaje y sus fantasmas, a sus relecturas de Walcott y de los
poetas laguistas ingleses, a su flamante
amor por el sueño, a la exasperante
búsqueda de su origen, a los árboles
que crecen en la arena, a la mirada.
Su poética traduce los instintos de una mitología
interior arrancada a las aguas del Caribe,
a la conciencia de un mundo anterior al suyo que otras veces es un
sueño, carga consigo en los bolsillos palabras que brillan y
pesan como el metal, las pule en
su taller y las vende a los viajeros.
Vive alucinada entre grandes estrofas, camina por
sus bosques recogiendo caracolas y presagios, recogiendo las notas de una música herida por el tiempo.
Fernando Denis
EL BUITRE
Alígero,
rampante cual Ayperos, majestuoso bajo el éter
se alza
el buitre. En su místico trasvuelo,
cauto,
grácil, sigiloso, soslaya el campo verde y generoso
que pródigo
se ofrece ante sus ojos.
Desde su
bosque de nubes afina sus catalejos sin premura
atisbando,
con celo, el llano árido y portentoso
con la
apetencia exacerbándole las tripas.
Sus
emplumados mástilesde magna envergadura
descuella
atarazando los confines, cerniendo su gloria tras su ruta.
El buitre es
animal poco afectuoso, la desgracia
ajena
lo
alimenta,mas nunca se ha escuchado a ciencia cierta
que de su
propia especie haga deleite.Embebido,
en el
vuelo el buitre merodea sobre la faz tendida
que
tramara su noche,
y ya de
lejos las campanas plañen, redoblan, gimen,
abriendo
en su corear el telón de la faena.
El
tórrido sopor envenena la esfera, la brújula, en tiempo,
tras el
preludio de un desfile de amapolas
mientras el buitre,
imperturbable, esperaque presto se le dé inicio
a la
obra, a la gran charada.
La zafra,
el fusil y la pipetase asoman en las manos
entre
sombras.Un estrépito resuena en plena siega
acallando
la calma del paisaje, el reluciente paisaje.
El buitre a
la sazón cuelga sus patas,desciende en su ritual
de alas
abiertas,su señal le anuncia a sus igualesque acaba
de ser
servida la cena.
SI LA NOCHE FUERA VERDE
Si la noche fuera verde
y yo gimiera entre sus párpados,
como un bosque, como los ecos de un río lamiendo el erguido acantilado
de fiebre, sus orillas,
traería a mi bosque las palabras que soñamos,
las prístinas, las que buscan una voz de mármol
para quedarse en su eco.
Y entonces haría míotodo el mar en su rumor inmenso,
verde y planetario.
Pero la noche es parda, roja, azul, descolorida.
La noche es niebla. Noche quemada en mis orillas.
No me queda másque guardar las horas
y quedarme callada.
NO CABE DUDA
¿Guardarías
los silencios en las manos
o todo el
rumor del mundo?
¿Agobiarías
mis certezas, meciéndome en la plenitud
de tus brazos
dormidos,
como acunada
en el caos de un sueño mudo e indecible?
Si estos
augurios de las ninfas manaran de tus labios
o tan sólo
fábulas lloviera en la caterva,
¿me
adoptarías como el verbo que vibra en tu sangre
o el
paliativo de ese eco animado y dulce que mora en tu consciencia?
Si las
sílabas del mundo, de sus ruinas, de sus espumas, manaran sórdidas
y un postigo
de fuego girase en sus entrañas,
me alzaría
como fuente, como espiga vertical,
fría y mágica
y sin vestigio de duda
me
incrustaría, como piedra, en tu alma.
INSOMNIO
La noche
merodea en los rincones del delirio
probando un
sorbo de cada sombra, de cada instante
de esa
sombra.
El mundo cae como
una luenga estela de sueños,
ecos que
suben desde las raícespor mi cuerpo desnudo,
tembloroso,
con olor a madreselvas.
Mi noche, oh
esa noche llena de hábitos y fosforescencias,
infinito
túnel, umbral de piedra, meandros de la sed no saciada,
farallones de
musgo y de sombra, subterfugios,socavones, sótanos,
trémulos
avernos que caminan hacia una línea
de Kafka, y
lloro,porque me envenena el canto,
ese gusano de seda que tendrá alas en mis ramas,
como la
tierra que consume mi carne,
mientras miro
el horizonte y giro con él
y me ahogo en
los colores hondísimos, en la palabra
más líquida,
ahogada estoy
entre silencios.
SUEÑO
La noche es
un aullido que se escapa
como un haz
de luz en las mareas,
pues las
horas son el mar incesante,
y acaso yo
sea esa rocadesnuda ante el embate de su fuerza.
Me yergo como
un grito en el silencio,
Soy ojos,
fragmentados cual espejos, un enjambre de dudas
corroyéndome
el sueño, esa cosa de luz que camina en mi mente.
Soy un punto
de tierra en la hojarasca, un vórtice donde se acomodan
mis asombros,
y una estacaclavada en la ola señala
el lugar del
trueno,
tanteo a
ciegas buscando el sitio donde dejar mi sed,
sumiendo un
poco más de piel a mi memoria.
DÍA DE INVIERNO.
La tarde se
deshace en lágrimas contritas,
cautiva por
las agujas del tiempo.
Afuera, un
tugurio de paraguas ennegrece el horizonte.
Sobre el
lecho de asfalto serpentea un doliente arroyo,
asiendo como
puñados de piedraslas máquinas de los hombres.
Ahogadas en
su propio estropiciose miran impávidas las horas,
como si
fueran fantasmas en el purgatorio.
El camino se
hace largoy los huesos,
pesados como
toneles de hierro,vuelven aún más lento
el andar de
los pasos.
Los labios
afanosos, ya gélidos y opacos,
buscan con
desespero el sabor tibio del verano.
Pero el
verano ya no concurre a las bocas,
ni a los
cuerpos,ni a las verdes murallas,
sólo deja
celosías para mirar la noche.
ESTA CASA EN RUINAS
Esta
casa ya no guarda en sus paredes
el
moho de la utopía, ni el verdoso cardenillo de idealismo,
ni las
causticas y mórbidas telarañas que el tiempo tejió
con
mágica enredadera en la memoria:
ya sólo
en el umbral copulaban palabras antiguas.
No
abre las ventanas a otros mundos, no se cierran tampoco
mientras
afuera merodee el judío errante,
aquel que turba las conciencias de los que duermen.
Aquí
ya no se hospedan huéspedes malditos,
ni los
míseros con sus violines rotos tocan a la puerta,
sólo
alberga príncipes vestidos de pueblo
que se
bañan con cántaros de miel y aman el trino,
enjuagan
sus gaznates con aceite de antiguos mercaderes
que ya
no llegan a su puerta,
y ataviada
de lino y rojo terciopelo, enmudeció la
lira de Erato y Euterpe
y
vendió sus arcos a juglares espurios.
Ahora
subasta sus ruinas en el mercado del usado.
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